«Usted pregunta por el efecto que tiene mi trabajo en los demás. Si me permite hablar con ironía, es una pregunta masculina. Los hombres siempre quieren ser influyentes. Yo lo veo en cierto modo como un espectador. ¿Me considero influyente? No. Quiero comprender»
—Hannah Arendt
Ágiles manejamos el carro de la crítica mirando el vidrio frontal, poco miramos los espejos laterales, el retrovisor; vamos a sitios no vistos, ante una calle cerrada quedamos ahí frenados, aceleramos con orgullo, pero estamos en neutro: nuestra crítica carece de reversa.
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La pureza de Erasmus Gerardo Reichel-Dolmatoff
La tenáz suramericana: apología al grafiti
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El Matrimonio Fritanga-Ordoñez
Margarita Gómez en sus palabras
Plantilla para hacer textos académicos
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Contra la cultura: una entrevista [en extenso] a Bernardo Salcedo*
Celebración (Robert Rauschenberg)
Diez variaciones sobre arte y universidad
Diez variaciones sobre arte y ética
“¡Ay, si yo fuera pintor!”, crítica, texto y traducción
«El hablar conquista al pensamiento; escribir lo domina.»
—Walter Benjamin
«Kraus expresó densamente la actitud emparentada con la de Nietzsche, que éste definió en el balance de su vida, en Eccehomo (póstumamente aparecido en 1903), como «praxis de mi guerra»: primero: sólo ataco cosas que son triunfales —dado el caso espero hasta que sean triunfales. Segundo: sólo ataco cosas cuando no encontraría un aliado, cuando estoy solo, cuando yo solo me comprometo … Nunca he dado públicamente un paso que no me comprometa: ese es mi criterio de la acción auténtica. Tercero: nunca ataco personas —me sirvo de la persona sólo como de un fuerte lente de aumento con el que puede hacerse visible una situación crítica general, pero furtiva … Cuarto: yo ataco solamente cosas, en las que se excluye toda diferencia de la persona, en las que falta todo trasfondo de malas experiencias. Al contrario, atacar es una demostración de benevolencia, y dado el caso, de gratitud». Como Nietzsche, Kraus atacó vanidades triunfantes, las atacó a corps perdue, solo, sin acudir a nadie que lo secunde en ese ataque, atacó a personas (los periodistas y escritores triunfantes) como síntomas de una situación general crítica y furtiva (la que incubó el nacionalsocialismo) y tuvo conciencia de que ese ataque era un acto de benevolencia.»
—Karl Kraus y el lenguaje como sátira, Rafael Gutiérrez Girardot