Textos


«Usted pregunta por el efecto que tiene mi trabajo en los demás. Si me permite hablar con ironía, es una pregunta masculina. Los hombres siempre quieren ser influyentes. Yo lo veo en cierto modo como un espectador. ¿Me considero influyente? No. Quiero comprender»

—Hannah Arendt


Ágiles manejamos el carro de la crítica mirando el vidrio frontal, poco miramos los espejos laterales, el retrovisor; vamos a sitios no vistos, ante una calle cerrada quedamos ahí frenados, aceleramos con orgullo, pero estamos en neutro: nuestra crítica carece de reversa.


Lifeline: artista usa el arte y los derechos de autor en pleito contra industria petrolera

¿De qué vive Marcel Duchamp?

El pielroja de Rendón: diseño, dibujo y designio

Contra el poder de ArtBo

Diez tesis sobre la violencia de la Economía Naranja

Sobre periodistas y sicarios: anatomía de una entrevista

Saltando Matones: antecesores y sucesores del precursor del collage en Colombia

Diario del año de la peste

Feliza Bursztyn: “En un país de machistas, ¡hágase la loca!”

10 variaciones sobre tipografía, arte y poder

Blanco sobre (cubo) blanco: notas sobre museos públicos y espacios privados

Mockus the Artist, Mockus the Idiot

Conversaciones con el fantasma

Lucas Ospina en “Otros salones”

La Universidad de los Andes contra la Universidad de los Andes

Calvin y Hobbes

Pedro Manrique Figueroa: el último estudiante de arte de la Universidad de los Andes (un collage) / The last art student of Universidad de los Andes (a collage)

La culpa y el volcán

La nueva vejez de la academia

El pescador de académicos

Libro de visitas: Colegio, Monumento, Iglesia, Castro, Carlos

Prohibir la palabra “arte”: entrevista a Antonio Caro

Colombia Is a Normal Country

¿soycapaz?: Guerra y paz en Los Andes

El fin de la clase media en el arte

Usted lee, usted escribe (sobre arte)

Gestión Cultural y Masoquismo

La manzana envenenada de la Cultura

El final de las Humanidades (¿a manos de los humanistas?)

Nuestros políticos, nuestros “hijueputas”

El arte en “El acto de matar”

El discurso “sexual” del Vicerrector Académico de la Universidad de los Andes

El problema con Cuba del señor García

Botero: valor y precio

Escribidores de catálogo

El día que el arte abandonó la universidad

La pureza de Erasmus Gerardo Reichel-Dolmatoff

La tenáz suramericana: apología al grafiti

¿De qué vive un artista?

Tragicomedias de lo público: arte, derechos y reveses de autor

La vida social del arte

El interbolsa del arte

El día que el arte desnudó a Jorge Bergoglio

El Matrimonio Fritanga-Ordoñez

Margarita Gómez en sus palabras

Plantilla para hacer textos académicos

El documental como monumento

Arte y oficios: curaduría y gestión cultural (en XXXIII tesis)

Contra la cultura: una entrevista [en extenso] a Bernardo Salcedo*

Desaparece un artista

Celebración (Robert Rauschenberg)

Diez variaciones sobre arte y universidad

Diez variaciones sobre arte y ética

“¡Ay, si yo fuera pintor!”, crítica, texto y traducción


«El hablar conquista al pensamiento; escribir lo domina.»

—Walter Benjamin


«Kraus expresó densamente la actitud emparentada con la de Nietzsche, que éste definió en el balance de su vida, en Eccehomo (póstuma­mente aparecido en 1903), como «praxis de mi guerra»: primero: sólo ataco cosas que son triunfales —dado el caso espero hasta que sean triunfales. Segundo: sólo ataco cosas cuando no encon­traría un aliado, cuando estoy solo, cuando yo solo me comprometo … Nunca he dado públicamente un paso que no me comprometa: ese es mi criterio de la acción auténtica. Tercero: nunca ataco per­sonas —me sirvo de la persona sólo como de un fuerte lente de aumento con el que puede hacerse visible una situación crítica general, pero furtiva … Cuarto: yo ataco solamente cosas, en las que se excluye toda diferencia de la persona, en las que falta todo trasfondo de malas experiencias. Al contrario, atacar es una de­mostración de benevolencia, y dado el caso, de gratitud». Como Nietzsche, Kraus atacó vanidades triunfantes, las atacó a corps perdue, solo, sin acudir a nadie que lo secunde en ese ataque, ata­có a personas (los periodistas y escritores triunfantes) como sínto­mas de una situación general crítica y furtiva (la que incubó el nacionalsocialismo) y tuvo conciencia de que ese ataque era un acto de benevolencia.»

Karl Kraus y el lenguaje como sátira, Rafael Gutiérrez Girardot